viernes, 25 de febrero de 2022

Los océanos suman una nueva (e impactante) comunidad: las islas de plásticos se están convirtiendo en hogar de especies costeras





El 13 de mayo de 2020 los lugareños del sur de Oregón se encontraron con una estampa curiosa en su costa, a orillas del Pacífico: una barcaza varada, sucia, cochambrosa, sacudida por las olas y con la pintura descascarillada y comida por el sol. El hallazgo no tendría mayor trascendencia si no fuera por el origen de la nave. Al igual que otros muchas lanchas y chalupas, era parte de los escombros que generó el gigantesco tsunami que sacudió el este de Japón en 2011.

Para más inri la barca de Oregón no estaba vacía. Al contrario. A bordo los biólogos encontraron una decena de especies de invertebrados, ejemplares vivos, activos, todos representativos de la costa del Océano Pacífico noroccidental, como el mejillón Musculus cupreus .

El descubrimiento de Oregón — está lejos de ser una mera curiosidad; responde, en realidad, a un fenómeno que cada vez capta más atención de los biólogos: cómo los residuos plásticos que vagan a la deriva por los océanos se están convirtiendo en buques improvisados para especies costeras, una suerte de trasatlánticos fuertes y robustos que les permiten cruzar distancias que hace décadas, cuando dependían de ramas, semillas o algas, todas biodegradables, resultaban inabordables.

No solo eso. El plástico está cada vez más presente en los océanos. Para 2050, según los investigadores, la generación total podría situarse en 25.000 millones de toneladas métricas.

Grandes "barcas" para recorrer miles de kilómetros

Como detallan los propios autores del estudio, los desechos plásticos flotantes, resultado de la contaminación, están “sustentando una nueva comunidad de la superficie del mar compuesta por especies costeras y oceánicas”. Tirando de sensibilidad poética y metáfora deportiva, los expertos hasta tienen un nombre para esa clase de viajes a bordo de escombros: “rafting en el océano”. A la vida localizada en residuos como la barca de Oregón lo llaman “comunidad neopelágica”.

“La presunta capacidad de las especies costeras para sobrevivir a los tránsitos oceánicos ha sido un principio fundamental de la biogeografía de las islas y se cree que explica la presencia de especies derivadas del continente en las islas oceánicas”, reflexionan los investigadores en su artículo de Nature, y advierten: “Las barreras biogeográficas impuestas por océanos y continentes se están volviendo con rapidez obsoletas, social, económica y ahora ecológicamente”.

El tsunami de 2011 ha permitido a los biólogos comprender hasta qué punto vale la pena estar pendientes del fenómeno. “Cientos de especies marinas costeras japonesas se encontraron vivas en los escombros que aterrizaron en las costas del Pacífico de América del Norte y las islas de Hawai, habiendo viajado más de 6.000 km a través del Océano Pacífico, el evento de rafting en el océano más grande conocido en la literatura científica hasta la fecha”, apuntan. Los organismos no solo sobrevivieron y crecieron, algunos incluso llegaron a reproducirse en el océano.

“El descubrimiento demostró que los desechos antropogénicos, que estaban compuestos en gran parte por plásticos flotantes, proporcionaron balsas habitables y de larga duración. Superaron nuestras expectativas de supervivencia de especies costeras en el mar”, abundan los expertos.

La primera consecuencia es que el océano abierto deja de actuar, en cierto modo, como la gran “barrera física y biólogica” para la dispersión de especies, lo que supone “un cambio de paradigma en nuestra comprensión de la biogeografía marina”. Otra es la existencia de “comunidades costeras autosuficientes en alta mar” más allá de los neuston, organismos preparados para sobrevivir por sus propios medios en la capa superficial del agua, como los copépodos.

El fenómeno descrito en Nature tiene otra implicación importante: ¿Hasta qué punto puede favorecer la dispersión de especies invasoras? “Comprender la ecología y biogeografía de las comunidades neopelágicas en plásticos flotantes proporcionará información esencial sobre el papel de los plásticos como vectores de especies no nativas —recoge el artículo de Nature—. La colonización de desechos plásticos en el mar por especies costeras sugiere que la expansión continua de la plastifera crea una fuente nueva de especies no nativas en alta mar […]. Como resultado, los eventos de rafting que eran raros en el pasado podrían alterar los ecosistemas oceánicos y cambiar la dinámica de la invasión a escala global”.

No es una inquietud nueva. Sobre el riesgo de que los desechos plásticos acaben facilitando la dispersión de especies invasoras ya advertían hace meses, por ejemplo, investigadores de la Universidad de Florida en un estudio publicado en Scientific Repors




Abraham fue en realidad Akenatón ?

 

 


 

Ni Abraham era el patriarca bíblico que nos cuenta el Antiguo Testamento, ni Moisés un descendiente de la tribu de Leví. El primero era, en realidad, el faraón Akenaton, y Moisés, uno de los generales del imperio egipcio, asegura un reciente estudio.

Abraham, el padre de los creyentes y la piedra angular de las tres grandes religiones monoteístas, no era el patriarca bíblico, sino el faraón Akenaton. Y Moisés no era, como cuenta la Biblia, hijo de «un hombre y una mujer de la tribu de Leví», sino un general egipcio, seguidor de la religión de Abraham. Esta es al menos la tesis que sostienen dos investigadores franceses, judíos para más señas, llamados Roger y Messod Sabbah, autores de Los secretos del Éxodo. Hace más de 20 años, los dos hermanos se plantearon la siguiente pregunta: ¿Cómo es posible que Abraham y Moisés en particular, y el pueblo hebreo en general, no dejaran rastro alguno en el antiguo Egipto, pese a ser éste el escenario de gran parte del Antiguo Testamento? Y la respuesta la encontraron después de más de dos décadas de exhaustivos estudios filológicos, lingüísticos y arqueológicos.

Lo primero que hicieron los dos hermanos judíos fue comparar los textos de la Biblia hebrea y aramea a partir de la exégesis de Rachi (1040-1105), autor de un comentario del Antiguo Testamento basado en el Pentateuco hebreo y en la Biblia aramea. Después, realizaron excavaciones en Egipto y estudiaron a fondo las pinturas murales que ornan las tumbas del Valle de los Reyes, donde descubrieron, escondidos entre los jeroglíficos, diversos s ímbolos de la lengua hebrea. Y poco a poco fueron uniendo los cabos del rompecabezas que les condujo a este excepcional hallazgo: que los judíos son de origen egipcio.

El éxodo

Según Roger y Messod, el famoso Éxodo bíblico fue la expulsión de Egipto de los habitantes monoteístas de Aket-Aton. Ésta era la ciudad de Akenaton y de su mujer Nefertiti. Akenaton adoraba a un solo Dios y era, por lo tanto, monoteísta. Le sucedió Tutankamon y, a éste, el faraón Aï, que reinó del 1331 al 1326 antes de Cristo.

Fue precisamente este último faraón, furibundo politeísta, el que dio la orden de expulsar del país a los habitantes monoteístas de la ciudad de Aket-Aton.

Más aún, los egipcios expulsados hacia Canaán, provincia situada a 10 días de marcha desde el valle del Nilo, no se llamaban hebreos, sino yahuds (adoradores del faraón) y, años después, fundaron el reino de Yahuda (Judea).

A partir de este descubrimiento, ambos investigadores descifran el libro del Génesis y comprueban que reproduce punto por punto la cosmogonía egipcia.

Y es que la Biblia, al hablar de Abraham, respeta el orden cronológico de la vida del faraón monoteísta y refleja su biografía en perfecta sintonía con la egiptología: desde el sacrificio de su hijo a la ruptura con el politeísmo, pasando por la destrucción de los ídolos o las intrigas entre sus esposas. Sólo así se explicaría el hecho de que no se hayan descubierto en los jeroglíficos egipcios testimonios de un pueblo que vivió 430 años en Egipto (210 como esclavo) bajo distintos faraones. Y sólo así se explicaría que los expulsados pudieran instalarse en Canaán, administrada por Egipto durante gran parte de su historia, sin que la autoridad faraónica reaccionara. Y sólo así se explicaría cómo un pueblo tan impregnado por la sabiduría de Egipto pudo desaparecer de la manera más misteriosa, sin dejar rastro o huella alguna ni en las tumbas ni en los templos.

Sigmund Freud llegó, por intuición, a la misma conclusión. «Si Moisés fue egipcio, si transmitió su propia religión a los judíos, fue la de Akenaton, la religión de Aton».

Los otros «disfraces» bíblicos

Los investigadores franceses sostienen que Abraham, Moisés, Sara, Isaac, Rebeca, Jacob o Israel ocultan nombres y títulos de la realeza egipcia. Por ejemplo, Aaron, el hermano de Moisés, era el faraón Hormed. El propio Moisés era, en realidad, el general egipcio Mose (Ramesu), que después se convertirá en Ramsés I. Y Josué, el servidor de Moisés, es su primogénito. De hecho, ambos comparten los mismos símbolos (la serpiente y el bastón, los cuernos y los rayos) y un mismo destino: servir de acompañantes a los disidentes a través del desierto. Y es que la Biblia, amén de ser el libro sagrado del judaísmo y del cristianismo, es una joya de la Literatura, en la que se mezcla la Historia con la leyenda y el mito con el rito. Son muchos los personajes bíblicos, hasta ahora tenidos por históricos, que pertenecen al ámbito de los relatos legendarios. Está claro que Adán y Eva, por ejemplo, no existieron. Y lo mismo cabe decir de sus hijos Caín, Abel y Set. Tampoco es histórico el personaje de Noé y sus hijos. Al reino del mito pertenecen igualmente los relatos sobre Lot, el sobrino de Abraham, o la destrucción de las depravadas ciudades de Sodoma y Gomorra. Como dicen muchos biblistas católicos, «los patriarcas son apenas asibles como figuras históricas». O sea, la penumbra casi absoluta cubre toda una época de la existencia de Israel, desde el siglo XVIII al XIV a.C. Incluso algunos exegetas extienden este periodo de brumas históricas hasta la época mosaica, el siglo XII a.C. Dos épocas que «los historiadores de Israel plasmaron con un puñado de recuerdos legendarios». 

Por: José Manuel Vidal

Diario El Mundo
24 de diciembre de 2000


jueves, 24 de febrero de 2022

En Recuadro :

 

 

 


 

Cuento Budista: Tú Gobiernas tu Mente, no tu Mente a ti

 

 

 



Un estudiante de zen, se quejaba de que no podía meditar: sus pensamientos no se lo permitían. Habló de esto con su maestro diciéndole: “Maestro, los pensamientos y las imágenes mentales no me dejan meditar; cuando se van unos segundos, luego vuelven con más fuerza. No puedo meditar. No me dejan en paz”. El maestro le dijo que esto dependía de él mismo y que dejara de cavilar. No obstante, el estudiante seguía lamentándose de que los pensamientos no le dejaban en paz y que su mente estaba confusa. Cada vez que intentaba concentrarse, todo un tren de pensamientos y reflexiones cortas, a menudo inútiles y triviales, irrumpían en su cabeza…

El maestro entonces le dijo: “Bien. Aferra esa cuchara y tenla en tu mano. Ahora siéntate y medita”. El discípulo obedeció. Al cabo de un rato el maestro le ordenó: ”¡Deja la cuchara!”. El alumno así hizo y la cuchara cayó obviamente al suelo. Miró a su maestro con estupor y éste le preguntó: “Entonces, ahora dime ¿quién agarraba a quién, tú a la cuchara, o la cuchara a ti?.

miércoles, 23 de febrero de 2022

ASI CURABAN ELLOS

 


 

 



En el Egipto del faraón Akhenatón como en la Palestina de las comunidades esenias, siempre

me ha sorprendido constatar que esos Centros estaban lejos de ser simples hospitales o dispensarios.

En esos tiempos que nos parecen más remotos de lo que son en realidad, las nociones de salud y de

enfermedad estaban necesariamente vinculadas -deberías decir encadenadas- a la dimensión sagrada del ser humano.


El cuerpo no era considerado como un mecanismo terrestre perfeccionado. Se le consideraba,

esencialmente, la parte tangible de un Todo que hundía sus raíces en un universo celeste

inconmensurable, el universo de lo Divino.


Lo físico -lo palpable- era pues abordado como eslabón final de la cadena de la Creación. La

materia densa representa el primer peldaño de la escalera por la que correspondía al hombre volver a subir hasta el sutil Océano de las Causas.


Todo terapeuta maestro de su arte sabía también que tenía que subir lo más alto posible a lo largo de

esa escalera para identificar el o los orígenes de una enfermedad para poder neutralizarla.

Ya que al ser humano se le percibían como un árbol con raíces ante todo celestes, no podía

permitirse tocar su equilibrio en cualquier situación o en cualquier lugar.


Por eso la mayoría de los Centros de cuidados eran también templos. Todo se ordenaba entorno a la

dimensión sagrada del ser. Por otro lado, no era raro que se les diera el nombre de Casas de Vida y

que estuvieran estrechamente ligados a lugares de iniciación, es decir, que fueran lugares de pasaje,

en todos los sentidos del término. Por tanto, no se podía llegar a ser terapeuta sin previamente ser

sacerdote, o, dicho de otro modo, sin haber consagrado el tiempo suficiente a una auténtica

reflexión metafísica.


Esta formación desembocaba de forma natural en una toma de altura que hacía que la muerte no

fuera percibida como algo opuesto a la vida, no más que la enfermedad lo estaba a la salud. Salud,

enfermedad y muerte se percibían como diferentes fases de la metamorfosis de una gran Corriente

de Vida en perpetuo movimiento. Fases cuyas múltiples manifestaciones no tenían en definitiva más

que un gran y sublime objetivo: la maduración de la conciencia y de su depuración de cara a una

felicidad futura.


Por tanto, contrariamente a las apariencias, se enseñaba que nada se oponía a nada. La muerte no

suponía la derrota de la vida y la enfermedad traducía simplemente una falta de diálogo armonioso

entre el alma y el cuerpo.


Partiendo de estas certezas, las distintas Escuelas de terapeutas siempre han procurado operar en un

entorno que tuviera en cuenta el carácter eminentemente sagrado del Océano de Vida en el que estamos inmersos... y que nos atraviesa en cada instante.


¿Qué hospital o qué consultorio puede decir honestamente que es un lugar sagrado? ¿Cuántos

médicos o profesionales médicos tienen la sensación de ir a trabajar cada mañana, con felicidad, a

un lugar en el que se respira la esperanza de la curación? Sin duda muy pocos.


¿Qué enfermo puede dejarse llevar y hablar de su alma a un técnico que maneja una máquina que va

a “seccionar” su cuerpo en partes?


Debemos tomar del pasado lo mejor que este tiene que enseñarnos: su

visión luminosa de Lo que somos y su búsqueda de un entorno donde la belleza y la dulzura

jueguen también su papel sanador.


(de “Así curaban ellos” de Daniel Meurois-Givaudan)

lunes, 21 de febrero de 2022

Acuérdate de soltar el vaso

 

 

 



Un psicólogo, en una sesión grupal, levantó un vaso de agua. Todo el mundo esperaba la típica pregunta: “¿Está medio lleno o medio vacío?” Sin embargo, preguntó: – ¿Cuánto pesa este vaso? Las respuestas variaron entre 200 y 250 gramos. El psicólogo respondió: «El peso absoluto no es importante. Depende de cuánto tiempo lo sostengo. Si lo sostengo un minuto, no es problema. Si lo sostengo una hora, me dolerá el brazo. Si lo sostengo un día, mi brazo se entumecerá y paralizará. El peso del vaso no cambia, es siempre el mismo. Pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado, y más difícil de soportar se vuelve.»

Y continuó: «Las preocupaciones, los pensamientos negativos, los rencores, el resentimiento, son como el vaso de agua. Si piensas en ellos un rato, no pasa nada. Si piensas en ellos todo el día, empiezan a doler. Y si piensas en ellos toda la semana, acabarás sintiéndote paralizado, e incapaz de hacer nada.» ¡Acuérdate de soltar el vaso!

LA FRASE :

 

 

 


 

 

«Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen. El mundo al revés nos entrena para ver al prójimo como una amenaza y no como una promesa, nos reduce a la soledad y nos consuela con drogas químicas y con amigos cibernéticos.»

 


Eduardo Galeano

Hombres de Negro (HDN): Regresan los agentes del silencio

 

 


 

Los Hombres de Negro alegadamente hostigan a los testigos de avistamientos o encuentros cercanos con ovnis, presentándose en los hogares de los testigos y a menudo en sus lugares de trabajo, mayormente antes de que dichos testigos se hayan decidido a publicar sus experiencias. Tradicionalmente vestidos en trajes negros, camisas blancas con corbatas rojas o negras (aunque muchas veces los tejidos no se asemejan a nada producido por un telar común y corriente), los HDN viajan en grupos de tres, desplazándose en flamantes automóviles de marca descartada o desconocida. Con algunas excepciones, el mensaje que suelen impartir es el mismo: en el caso de un testigo, aconsejándole a este a no divulgar lo que ha visto; en el de un investigador, instándole a abandonar sus pesquisas.

Estos "agentes del silencio" han adquirido dimensiones míticas dentro del fenómeno ovni a lo largo de los años. Desde la primera aparaición de un hombre de traje negro y corbata roja poco después del notorio "montaje" de Maury Island, amenazando al práctico Harold Dahl a mantener silencio, los HDN son considerados como parte fundamental del mundo sobrenatural.

En América del Norte, los primeros avistamientos de ovnis a menudo culminaban con la intervención de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, ya que esta era considerada como la máxima autoridad para investigar el extraño fenómeno de los platívolos. Oficiales de la USAF acostumbraban visitar a los testigos en sus casas para formularles preguntas acerca de sus avistamientos, y en algunas ocasiones, para confiscar cualquier evidencia obtenida como resultado del encuentro con lo extraño. Esto fue lo que sucedió en 1954 en el caso del periodista R. DeWitt Miller (autor del libro You Do Take It With You), quien tenía en su poder una muestra del controversial "cabello de ángel" que caracterizaba los casos de la infancia de la ufología. Cuando comenzaron a presentarse hombres de facciones asiáticas en trajes negros alegando ser parte de la Fuerza Aérea, nadie se molestó en verificar si esto era cierto. No obstante, el comportamiento altamente extraño de algunos HDN, así como sus considerables habilidades psíquicas, no tardaron en crear sospechas.

 

El fenómeno de los Hombres de Negro adquirió vida propia cuando Albert K. Bender, director de la International Flying Saucer Bureau, anunció que se retiraba de la investigación del fenómeno ovni debido las amenazas hechas por "tres hombres de negro". Mientras que circulaban los rumores acerca del posible origen de tan temibles personajes, el mismo Bender declaró que no eran agentes del FBI, "sino de otra agencia". La distancia no representaba un obstáculo para estos personajes: Edgar J. Jarrold, director de la Australian Flying Saucer Bureau, recibió a un misterioso visitante quien le aconsejó que "la situación en cuanto a la realidad de los ovnis era más fantástica de lo que podía concebirse ordinariamente". Jarrold desapareció por completo unos años después de este encuentro, mientras Bender intentó explicar el motivo por su alejamiento de la ufología en el libro titulado UFOs and the Three Men, describiendo su viaje a Kazik, el lúgubre mundo de los hombres de negro, y las experiencias que pasó en manos de estos. Albert Bender tuvo la dudosa distinción de ser el primer investigador en ser hostigado por estos personajes desconocidos, y su historia se repetiría en las vidas de un sinnúmero de investigadores más. (archivo Misión Rahma)