jueves, 15 de octubre de 2009

ENTREVISTA A ANCIANA MAYA



+Doña Margarita
"Cuando necesito algo, me lo pido a mí misma"

Se crió con su bisabuela, que era curandera y milagrera. Practica y conoce
los círculos de danza del sol, de la tierra, de la luna, y la búsqueda de
visión. Pertenece al Consejo de Ancianos Indígenas y se dedica a sembrar
salud y conocimiento a cambio de la alegría que le produce hacerlo, porque
para sustentarse sigue cultivando la tierra. Cuando viaja en avión y las
azafatas le dan un nuevo vaso de plástico, ella se aferra al primero: "No
joven, que esto va a parar a la madre tierra". Rezume sabiduría y poder,
es algo que se percibe con nitidez. Sus rituales, como gritarle a la
tierra el nombre del recién nacido para que reconozca y proteja su fruto,
son explosiones de energía que hace bien al que lo presencia; y cuando te
mira a los ojos y te dice que somos sagrados, algo profundo se agita en tí
y alrededor de ella.

Tengo 71 años. Nací en el campo, en el estado de Jalisco (México), y vivo
en la montaña. Soy viuda, tengo dos hijas y dos nietos de mis hijas, pero
tengo miles con los que he podido aprender el amor sin apego. Nuestro
origen es la madre tierra y el padre sol. He venido a la Fira de la Terra
para recordarles lo que hay dentro de cada uno
-¿Dónde vamos tras esta vida?
-¡Huy hija mía, al disfrute! La muerte no existe. Las muerte simplemente
es dejar el cuerpo físico, si quieres.
-¿Cómo que si quieres...?
-Te lo puedes llevar. Mi bisabuela era chichimeca, me crié con ella hasta
los 14 años, era una mujer prodigiosa, una curandera, mágica, milagrosa.
Aprendí mucho de ella.
-Ya se la observa a usted sabia, abuela.
-El poder del cosmos, de la tierra y del gran espíritu está ahí para
todos, basta tomarlo. Los curanderos valoramos y queremos mucho los cuatro
elementos (fuego, agua, aire y tierra), los llamamos abuelos. Una vez
estaba en España cuidando de un fuego, y me puse a charlar con él.
-¿Con quién?
-Con el fuego. "Yo estoy en ti", me dijo. "Ya lo sé", respondí. "Cuando
decidas morir retornarás al espíritu, ¿por qué no te llevas el cuerpo?",
dijo. "¿Cómo lo hago?", pregunté.
-Interesante conversación.
-"Todo tu cuerpo está lleno de fuego y también de espíritu -me dijo-,
ocupamos el cien por cien dentro de ti. El aire son tus maneras de pensar
y ascienden si eres ligero. De agua tenemos más del 80%, que son los
sentimientos y se evaporan. Y tierra somos menos del 20%, ¿qué te cuesta
cargar con eso?".
-¿Y para qué quieres el cuerpo?
-Pues para disfrutar, porque mantienes los cinco sentidos y ya no sufres
apegos. Ahora mismo están aquí con nosotras los espíritus de mi marido y
de mi hija.
-Hola.
-El muertito más reciente de mi familia es mi suegro, que se fue con más
de 90 años. Tres meses antes de morir decidió el día. "Si se me olvida
-nos dijo-, me lo recuerdan". Llegó el día y se lo recordamos. Se bañó, se
puso ropa nueva y nos dijo: "Ahora me voy a descansar". Se tumbó en la
cama y murió.
Eso mismo le puedo contar de mi bisabuela, de mis padres, de mis tías...
-Y usted, abuela, ¿cómo quiere morir?
-Como mi maestro Martínez Paredes, un maya poderoso. Se fue a la montaña:
"Al anochecer vengan a por mi cuerpo". Se le oyó cantar todo el día y
cuando fueron a buscarle la tierra estaba llena de pisaditas. Así quiero
yo morirme, danzando y cantando. ¿Sabe lo que hizo mi papá?
-¿Qué hizo?
-Una semana antes de morir se fue a recoger sus pasos. Recorrió los
lugares que amaba y a la gente que amaba y se dio el lujo de despedirse.
La muerte no es muerte, es el miedo que tenemos al cambio. Mi hija me está
diciendo: "Habla de mí", así que le voy a hablar de ella.
-Su hija, ¿también decidió morir?
-Sí. Hay mucha juventud que no puede realizarse, y nadie quiere vivir sin
sentido.
-¿Qué merece la pena?
-Cuando miras a los ojos y dejas entrar al otro en ti y tú entras en el
otro y te haces uno. Esa relación de amor es para siempre, ahí no hay
hastío. Debemos entender que somos seres sagrados, que la tierra es
nuestra madre y el sol nuestro padre. Hasta hace bien poquito los
huicholes no aceptaban escrituras de propiedad de la tierra. "¿Cómo voy a
ser propietario de la madre tierra?", decían.
-Aquí la tierra se explota, no se venera.
-¡La felicidad es tan sencilla!, consiste en respetar lo que somos, y
somos tierra, cosmos y gran espíritu. Y cuando hablamos de la madre
tierra, también hablamos de la mujer que debe ocupar su lugar de educadora.
-¿Cuál es la misión de la mujer?
-Enseñar al hombre a amar. Cuando aprendan tendrán otra manera de
comportarse con la mujer y con la madre tierra. Debemos ver nuestro cuerpo
como sagrado y saber que el sexo es un acto sagrado, esa es la manera de
que sea dulce y nos llene de senti-do. La vida llega a través de ese acto
de amor. Si banalizas eso, ¿qué te queda? Devolverle el poder sagrado a la
sexualidad cambia nuestra actitud ante la vida. Cuando la mente se une al
corazón todo es posible. Yo quiero decirle algo a todo el mundo...
-Que pueden usar el poder del gran espíritu en el momento que quieran.
Cuando entiendes quién eres, tus pensamientos se hacen realidad. Yo,
cuando necesito algo, me lo pido a mí misma. Y funciona.
-Hay muchos creyentes que ruegan a Dios, y Dios no les concede.
-Porque una cosa es ser limosnero y otra, ordenarte a ti mismo, saber qué
es lo que necesitas. Muchos creyentes se han vuelto dependientes, y el
espíritu es totalmente libre; eso hay que asumirlo. Nos han enseñado a
adorar imágenes en lugar de adorarnos a nosotros mismos y entre nosotros.
-Mientras no te empaches de ti mismo.
-Debemos sutilizar nuestra sombra, ser más ligeros, afinar las
capacidades, entender. Entonces es fácil curar, tener telepatía y
comunicarse con los otros, las plantas, los animales. Si decides vivir
todas tus capacidades para hacer el bien, la vida es deleite.
-¿Desde cuándo lo sabe?
-Momentos antes de morir mi hija me dijo: "Mamá, carga tu sagrada pipa,
tienes que compartir tu sabiduría y vas a viajar mucho. No temas, yo te
acompañaré". Yo vi con mucho asombro como ella se incorporaba al cosmos.
Experimenté que la muerte no existe. El horizonte se amplió y las
percepciones perdieron los límites, por eso ahora puedo verla y
escucharla, ¿lo cree posible?
-Sí.
-Mis antepasados nos dejaron a los abuelos la custodia del conocimiento:
"Llegará el día en que se volverá a compartir en círculos abiertos". Creo
que ese tiempo ha llegado.

Entrevista realizada por: JOSÉ MARÍA ALGUERSUARI

Hay vida extraterreste



La ciencia parece estar reconsiderando su postura tradicional en relación con la posible existencia de vida extraterrestre. Lo que antes era una negación rotunda se convierte hoy en la admisión de dicha probabilidad.
Aceptémoslo: lo más probable es que haya vida fuera de nuestro planeta. Y no es sólo por los miles de casos de avistamientos, contactados, fotografías, testimonios de pilotos y controladores aéreos, expedientes desclasificados, filmaciones, abducciones o simple sentido común: ahora es incluso la ciencia el ente en el que parece que se encuentran todas las respuestas, la que se plantea de manera seria, racional y serena, que es más que posible que haya vida más allá de la Tierra.

El tema no es que sea nuevo, pues la sospecha de vida extraterrestre estaba presente incluso cuando se especulaba sobre el origen de la vida en nuestro planeta. El paso de las simples moléculas orgánicas que podrían encontrarse en la “sopa primigenia” –ese mar ancestral situado bajo cataclísmicas tormentas eléctricas–, para dar lugar a la primera célula procariota, que sería la primera muestra de vida tal y como lo entendemos, plantea tantas dificultades, que no son pocos los científicos que piensan que tal vez la vida haya “aterrizado” en nuestro planeta desde el espacio exterior, tal vez en esporas o formas de resistencia microbiana que nos hubieran alcanzado envueltas entre polvo cósmico o en la cola de un cometa.

Hoy, el asunto se plantea por fin de una manera abierta, contrastando claramente con la postura de los racionalistas que pregonan que la vida extraterrestre es sólo fantasía. Expertos norteamericanos de la Institución Carnagie para la Ciencia, han estimado que sólo en nuestra galaxia podría haber más de cien mil millones de planetas similares al nuestro. Y no sólo eso, sino que la mayor parte de ellos podrían albergar formas de vida unicelulares, en palabras del Dr. Alan Boss, astrofísico de dicha institución, en su intervención dentro del encuentro anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, recientemente celebrado en Chicago.

Los nuevos telescopios espaciales, situados en órbita, corregirán la miopía con la que miramos el cosmos. El satélite europeo Corot –en órbita desde el 2006– y el Kepler norteamericano –que se lanzará el 5 de marzo de este año–, encontrarán planetas “terrestres” en un radio de unos pocos años luz en torno nuestro, según Boss. Con ellos podrán buscarse indicios de oxígeno y metano en las atmósferas de las miríadas de planetas que nos rodean, lo que no sólo será una prueba de que sean habitables, sino de que ya están habitados.

Eso sí, Boss refrena su entusiasmo cuando dice que la eventualidad de una civilización extraterrestre es algo mucho más débil. Y esto, personalmente, me llama mucho la atención. Porque cuando estudiamos la vida en el planeta Tierra –y por extensión en los que sean similares al nuestro–, las cosas son muy fáciles cuando ya tenemos la primera célula procariota. A partir de ahí, procesos de simbiosis y de complejidad estructural creciente –graduales y casi inevitables desde un punto de vista evolutivo–, desembocan en organismos cada vez más complejos, hasta llegar a algo similar al mundo que nos rodea. Y de ahí, a que una de esas especies esté en disposición de formar una cultura y una sociedad, hay un solo paso. Es cuestión de tiempo. Lo difícil es ese origen, ese planeta capaz de albergar vida. Esa primera célula. Después es sólo cuestión de tiempo y de probabilidad matemática.

Dejemos que la ciencia vaya asumiéndolo poco a poco. Que debatan, argumenten y descubran microbios extraterrestres. Llevamos preparando ese escenario desde hace décadas: hay centenares de noticias y de estudios de exobiología publicados al respecto. Dejemos que nos muestren esa primera célula extraterrestre.

El resto es sólo cuestión de tiempo. Y de coherencia.
Extracto de Revista Año Cero.